lunes, 24 de octubre de 2011

Hua Hu Ching 16-20

16
La mayoría de las religiones del mundo sólo sirven para reforzar los apegos a los falsos conceptos como los del yo y otros, vida y muerte, cielo y tierra...
Quienes quedan atrapados en estas falsas ideas quedan impedidos para percibir la Unidad Integral.
La suprema virtud que se puede ejercer es aceptar la responsabilidad de descubrir y transmitir la verdad total.
Algunos ayudan a los demás para recibir recompensas y admiración.
Esto carece simplemente de sentido.
Algunos se cultivan a sí mismos, en parte para servir a los demás, y en parte para servir a su propio orgullo.
En el mejor de los casos, entenderán la mitad de la verdad.
Pero a aquellos que se mejoran a sí mismos por el mundo, a esos les será revelada toda la verdad del universo.
Así pues, busca esa verdad total, practícala en tu vida cotidiana y compártela humildemente con los demás.
Así entrarás en el reino de lo divino.

17
No te ocupes de rendir culto a deidades e instituciones religiosas como fuente de la verdad sutil. Hacer esto es colocar intermediarios entre ti mismo y lo divino y convertirte en un mendigo que busca afuera un tesoro que está escondido en el interior de su propio corazón.
Si quieres rendir culto al Tao, descúbrelo primero en tu propio corazón.
Entonces tu culto tendrá sentido.

18 No existe un método para alcanzar la realización del Tao.
Considerar cualquier método como el método es crear una dualidad, que sólo puede retrasar tu comprensión de la verdad sutil.
La persona madura percibe la inutilidad de las rígidas metodologías externas.
Recuerda esto: esa persona mantiene permanentemente una actitud sin estructuras y, de este modo, está siempre libre para seguir el Camino Integral.
Ella estudia las enseñanzas de los maestros. Disuelve todos los conceptos de dualidad. Se prodiga al servicio de los demás.
Lleva a cabo su purificación interna y no molesta a su maestro con enredos innecesarios, preservando así la conexión espiritual sutil con la energía divina del maestro.
Eliminando suavemente todos los obstáculos a su propia comprensión, mantiene constantemente su sinceridad incondicional.
Su humildad, perseverancia y adaptabilidad evocan la respuesta del universo y le llenan de divina luz.

19 A la persona ordinaria le parece vasto el cuerpo de la humanidad.
En realidad, no es ni mayor ni menor que cualquier otra cosa.
Para la persona ordinaria, existen personas cuya conciencia necesita elevarse.
En realidad, no hay yo ni hay otro.
Para la persona ordinaria, el templo es sagrado y el campo no lo es.
También esto es un dualismo que va en contra de la verdad.
Quienes están altamente evolucionados mantienen una percepción sin distinciones.
Viendo todo, sin etiquetar nada, mantienen su conciencia de la Gran Unidad.
De este modo son sostenidos por ella.

20 Quien es clarividente puede ver formas que están en todas partes, pero no puede ver lo que no tiene forma.
Quien es telepático puede comunicar directamente con la mente de otro, pero no puede comunicar con quien ha logrado el estado de no mente.
Quien es telequinético puede mover un objeto sin tocarlo, pero no puede mover lo intangible. Dichas capacidades solo tienen sentido en el reino de la dualidad.
En consecuencia, carecen de sentido.
Dentro de la Gran Unidad, aunque no existen cosas como la clarividencia, la telepatía o la telequinesia, se ven todas las cosas, se comprenden todas las cosas, todas las cosas están para siempre en su lugar.

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