miércoles, 19 de octubre de 2011

cuentos breves

Humildad
A un visitante que a sí mismo se definía como "buscador de la Verdad" le dijo el
Maestro: Si lo que buscas es la Verdad, hay algo que es preciso que tengas por
encima de todo. Ya lo sé: una irresistible pasión por ella. No. Una incesante
disposición a reconocer que puedes estar equivocado.

Aceptación
¿Cómo podría ser yo un gran hombre...como tú? ¿Y por qué ser un gran hombre?,
dijo el Maestro. Ser simplemente un hombre ya es un logro bastante grande.

Incongruencia
Todas las preguntas que se suscitaron aquel día en la reunión pública estaban
referidas a la vida más allá de la muerte. El Maestro se limitaba a sonreír sin
dar una sola respuesta. Cuando, más tarde. Los discípulos le preguntaron por qué
se había mostrado tan evasivo, él replico: ¿no habéis observado que los que no
saben qué hacer con esta vida son precisamente los que más desean otra vida que
dure eternamente? Pero ¿hay vida después de la muerte o no la hay?, insistió un
discípulo. ¿Hay vida antes de la muerte? ¡Esta es la cuestión!. Replico
enigmáticamente el Maestro.

Inversión
¿Cómo puedo librarme del miedo? ¿Cómo puedes librarte de aquello a lo que te
aferras? ¿Pretendes acaso insinuar que en realidad me aferro a mis propios
miedos?. No puedo estar de acuerdo con eso. Piensa qué es aquello de lo que tu
miedo te protege y estarás de acuerdo. Y podrás ver además tu insensatez.

Entusiasmo
A una mujer que se quejaba de que las riquezas no habían conseguido hacerla
feliz le dijo el Maestro: Hablas como si el lujo y el confort fueran
ingredientes de la felicidad, cuando, de hecho, lo único que necesitas para ser
realmente feliz, querida, es algo por lo que entusiasmarse.

Liberación
¿Cómo puedo alcanzar la liberación? Intenta descubrir quién te tiene atado,
respondió el Maestro. El discípulo regresó al cabo de una semana y dijo: Nadie
me tiene atado. Este fue el momento de iluminación para el discípulo, que de
pronto quedó libre.

Doctrina
A un visitante que aseguraba no tener necesidad de buscar la Verdad, por que ya
la tenía en las creencias de su religión, le dijo el Maestro: Había una vez un
estudiante que nunca llegó a convertirse en un matemático, porque creía
ciegamente en las respuestas que aparecían en las últimas páginas de su texto de
matemáticas; ... y aunque parezca paradójico, las respuestas eran las correctas.

Creencia
El Maestro había citado a Aristóteles: En la búsqueda de la verdad, parece
mejor, y hasta necesario, renunciar a lo que nos es más querido. El Maestro
sustituyó la palabra "verdad" por la palabra "Dios". Más tarde le dijo un
discípulo: En mí búsqueda de Dios estoy dispuesto a renunciar a todo: A la
riqueza, a los amigos, a la familia, a mi país y hasta a mi propia vida. ¿Puede
una persona renunciar a algo más?. El Maestro respondió con toda calma: Sí. A
sus creencias sobre Dios. El discípulo se marchó entristecido, porque estaba muy
apegado a sus convicciones. Tenía más miedo a la "ignorancia" que a la muerte.

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